“En la crisis, sé consciente del peligro, pero reconoce la oportunidad” – John F Kennedy
Hace un par de meses, ni en el peor escenario, hubiéramos imaginado estar en la casa sin la posibilidad de salir libremente “ni a la vuelta de la esquina”. No había forma de imaginar que un beso o un abrazo era un arma mortal y que nuestros planes de Semana Santa, del puente o de vacaciones se iban a interrumpir por un Virus. Ahora bien, como sabiamente lo dijo el presidente Kennedy, en la crisis nacen oportunidades y, especialmente en la que enfrentamos, ha salido el lado humano de la sociedad, una cara que teníamos escondida. Precisamente, hemos sido testigos de una gran movilización de recursos hacia el sector social, pero para lograr un verdadero impacto es crucial entender que significa Filantropía.
La filantropía se define como “amor a la humanidad” y ha sido entendida de dos maneras: La primera, es la humanitaria, aquella que consiste en brindar apoyo en casos de supervivencia, por ejemplo, entregar mercados a comunidades vulnerables. La segunda es la estratégica, la cual hace referencia a realizar acciones coordinadas para el bien de una comunidad, con el objetivo de crear desarrollo social.
Ahora bien, a pesar de la importancia de la filantropía humanitaria en la crisis actual, debemos empezar a considerar migrar a la estratégica. Piense usted que actualmente le está brindando mercados a una familia sin ingresos y su presupuesto le permite continuar con esta obra por 15 días más. ¿Qué sucederá si el confinamiento se extiende otros 15 días?; ¿de dónde saldrán los recursos para seguir brindando mercados a esta familia?
Para lograr este paso quiero compartir 10 consideraciones que han sido publicadas por “Filantropía Transformadora”, las cuales nos dan una guía para generar un mayor impacto con nuestras buenas intenciones:
Portafolio Filantrópico: Consiste en pensar cómo distribuir los aportes que disponernos, es decir determinar el porcentaje que buscamos donar, ya sea mercados, dinero, cosas o incluso nuestro tiempo. Implica entender qué rubros estoy destinando a diferentes organizaciones.
Tiempos: Tenemos que pensar en el corto, mediano y largo plazo. A pesar de las necesidades inmediatas, no podemos olvidar que puede pasar en el futuro. La coyuntura es incierta y se debe prever todos los escenarios.
Capacidad y experiencia: Estudiar debidamente si las organizaciones tienen el conocimiento y la logística para realizar lo que se disponen.
Alianzas: Priorizar proyectos que estén aliadas con otros.
Foco: Determinar de manera consciente qué comunidades queremos impactar y como es nuestro aporte.
Puente: No podemos olvidar que el estado cumple un rol que no podemos sustituir, por eso debemos priorizar que nuestros recursos sirvan como puente para que los esfuerzos del gobierno lleguen a todas las comunidades de manera más eficiente.
Geografía: Pensar cual es el foco del apoyo, ya sea nacional, regional, municipal, etc.
Adaptabilidad: Entender las necesidades y ser flexibles ante las opciones que pueden llegar para aportar.
Voz: Utilizar nuestra red de contactos para ser multiplicadores de acciones sociales.
Liderazgo Colectivo: Abordar problemas complejos de manera colaborativa y solidaria. Apoyarnos entre sector privado, sector público y sector solidario para unir esfuerzos y superar las limitaciones que cada sector tiene por la crisis.
Para concluir, está en nuestras manos ser agentes de cambio durante la crisis, para esto es importante entender la filantropía como elemento para construir una buena sociedad; que nuestras acciones sean conscientes, asegurándonos que están apoyando positivamente la causa que nos interesa y por último no olvidemos que, no olvidemos que, aunque no somos el Estado, podemos ayudar a llenar algunos vacíos.
Cristobal Soto Mejía
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